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Arquidiócesis de Chicago
Domingo Mundial de las Misiones 2000:
¿Quién está escuchando el llamado?

Aunque el Domingo asignado para esta colecta fue el 22 de Octubre., usted puede mandar sus donaciones en cualquier momento.

Hace unas semanas, Chicago fue sede del Congreso Misionero más grande que este país ha visto en muchos años. El periódico The Catholic New World le dió una cobertura inteligente al resaltar cómo las personas laicas católicas, hombres y mujeres que no pertenecen a instituciones religiosas misioneras o a órdenes religiosas, están tomando la misión de la Iglesia a tierras donde tan solo hay un puñado de cristianos y quienes viven alejados unos de otros, especialmente en partes de África, Asia y Oceanía.

Hace unas semanas Roma también fue sede del Congreso Mundial de Misiones patrocinado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Este departamento de la Curia Romana solía tener el nombre de Congregación para la Propagación de la Fe. Comenzó sus operaciones en 1622, un siglo después del descubrimiento europeo de este hemisferio, para hacer trabajo misionero aquí y en África y Asia, independientemente de las coronas española y portuguesa y de su empresa colonizadora. El tema del Congreso es "Jesús, Fuente de Vida para Todos". Será ecuménico en carácter e introducirá a la celebración del gran jubileo la conciencia de la Iglesia en su carácter misionero.

Cada año, toda la Iglesia celebra el tercer domingo de octubre como el Domingo Mundial de las Misiones. La colecta para las misiones, la cual se lleva a cabo en cada parroquia, la entrega el Santo Padre a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, la cual la distribuye a las diócesis misioneras alrededor del mundo. Cada año, los católicos de la Arquidiócesis de Chicago responden generosamente apoyando la vida de la Iglesia en diócesis pobres. Muchas de estas diócesis son ricas en vocaciones para la vida consagrada y el sacerdocio ordenado, pero son pobres en medios para preparar y formar las vocaciones nativas. Son pobres también en su habilidad para formar y apoyar catequistas y ministros de la Iglesia. Los trabajadores de la Iglesia en las diócesis consideradas "misioneras" alcanzan un número mayor a los 600 mil. Incluyen a 1,100 obispos, 126 mil religiosos, 51 mil sacerdotes, 83 mil seminaristas y miles de personas laicas, muchos de los cuales son voluntarios, como es el caso aquí también. Nuestro apoyo a la misión de la Iglesia a través del mundo nos hace católicos de hecho y no sólo de nombre.

Aún así, el Papa mismo expresa dudas que se han escuchado no solo en los congresos misioneros, sino también en las salas de estar y en las oficinas parroquiales: ¿Acaso no ha sido sustituido el trabajo misionero entre los no cristianos con el diálogo interracial? ¿No es el desarrollo humano una meta adecuada de la misión de la Iglesia? ¿Acaso el no respeto por la conciencia y por libertad excluyen todo intento de conversión? ¿No es acaso posible obtener la salvación en cualquier religión? (Ver Redemptoris Missio, n.4).

Cada una de estas preguntas tiene una respuesta en los hechos y en la teología, pero cada una de ellas tiene también una respuesta en el corazón de cada creyente. Si hablamos sobre a quien amamos; no podemos no hablar de Jesucristo. No conocerlo es la pobreza más grande; no servirlo es ser menos libre. La Palabra no puede nunca ser impuesta; sin embargo, la Palabra exige ser presentada y ofrecida. Aquellos que lo hacen son misioneros, dondequiera que vivan y trabajen. En el Día Mundial de las Misiones, sin embargo, apoyamos con oraciones y medios económicos a aquellos misioneros que dejaron a su propia gente y cultura para hablar de Cristo en una tierra que no es la suya.

En su mensaje para el Domingo Mundial de las Misiones 2000, el Santo Padre menciona de manera particular a los muchos misioneros que han derramado su sangre por la fe. Hace unas semanas, el Santo Padre canonizó a los misioneros que perdieron la vida en China al comienzo del siglo XX. El mensaje del Papa para el 22 de octubre menciona tanto los retos como la nueva evangelización y nos recuerda las dificultades propias de predicar la Palabra de la Vida en el clima cultural que existe hoy en día: "Al proclamar la verdad de que Dios ha dado a hombres y mujeres una dignidad invaluable y derechos inalienables desde el momento de la concepción, ustedes están ayudando a reconstruir las bases morales de una genuina cultura de libertad, capaz de sustentar instituciones de autogobierno que sirvan al bien común". Aún cuando eso pudiera ser verdad, aquellos quienes consideran cualquier juicio sobre sus opciones como algo insufrible, no darán la bienvenida a la Palabra de Jesucristo aquí, en este día, más de lo que ha sido bienvenida en otras tierras a través de este siglo.

El llamado a la misión ahora escuchado por muchos laicos es una señal, me parece a mí, de que las enseñanzas del Concilio Vaticano II están comenzando a ser entendidas. El Concilio nos dice que el llamado a lo sagrado es universal. Cada hombre y cada mujer en todo lugar es llamado a estar en intimidad con Dios. En la Iglesia, los obispos, los sacerdotes ordenados y otros ministros, van a ver que los medios para obtener santidad están disponibles a todo mundo. Los obispos gobiernan la Iglesia para que las personas tengan los sacramentos y las enseñanzas y los pastores necesitan convertirse en santos. La Palabra misma, sin embargo, está en manos de personas laicas, hombres y mujeres santos que trabajan para hacer santo al mundo. El Vaticano II comenzará a ser efectivo cuando todos los bautizados utilicen la Palabra como un medio para cambiar el lugar de trabajo y los negocios, la casa y la oficina, las calles y las asambleas. Los obispos no se supone que estén dirigiendo la vida política y económica; los laicos son los que deben encargarse de los asuntos del mundo, pero se supone que lo hagan de manera evangélica, de acuerdo a la visión moral de la Iglesia y sus enseñanzas sociales. Al igual que los obispos y los sacerdotes pueden gobernar la Iglesia de acuerdo a sus propios designios; así mismo, todos están llamados a la santidad. Estamos muy lejos, la mayoría de los días, de la implementación del Vaticano II, tanto aquí como alrededor del mundo.

El Domingo Mundial de las Misiones será, espero, no sólo una ocasión para que todos nosotros apoyemos la misión de la Iglesia en todas partes del mundo, sino también es un momento para preguntarnos cómo vamos con la misión de la Iglesia en los condados de Cook y Lake. Dios los bendiga.

Atentamente suyo en Cristo,

Cardenal Francis George, O.M.I.
Arzobispo de Chicago

 

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